miércoles, 11 de marzo de 2009

ARTÍCULO


Er Desván
La polla comunitaria
10 de marzo de 2009.- No hay un turista español que llegué a Santiago de Chile y reprima sus ganas de hacer una foto del edificio de la Polla Chilena de Beneficencia. Sin duda, lo que nos llama la atención no es la arquitectura del lugar, más bien las letras enormes que anuncian la existencia de un miembro viril dispuesto a realizar servicios benéficos. Aunque parece un buen anuncio para el turismo sexual, no es eso. Lo que para nosotros es, actualmente, una forma vulgar de denominar el pene, para los chilenos simplemente es su lotería nacional.
Parece ser que las dos ‘pollas’, la española y la latinoamericana, tienen el mismo origen semántico: juego y apuesta. Te recomiendo, si deseas ampliar tus conocimientos sobre el tema, un ensayo bastante interesante escrito por Fernando Iwasaki Cauti, titulado ‘La polla de Cervantes’. Yo, si me lo permites, no voy a profundizar más en el nacimiento de esta palabra. Me quedo con una de las variedades de todas las pollas que he conocido en Chile: la polla comunitaria.
Se trata de un sistema de ahorro que resulta ser una buena iniciativa para estos tiempos de crisis. Consiste, básicamente, en el compromiso de un grupo de personas -nunca superior a 12 porque perdería sus beneficios a corto-medio plazo- de entregar mensualmente una cantidad de dinero, decidida entre todos en función de las posibilidades económicas del grupo. Nada más reunir este bote común es entregado a un miembro, de forma que cada uno disfrute del monto total una vez cada 11 meses, si la asociación es de 12 personas.
La idea es que si se ha decidido realizar una entrega mensual de 50 euros, por poner un ejemplo con nuestra moneda, el afortunado del mes -y volviendo a suponer que el grupo sea de 12 personas- reciba 600 euros de una sola vez. De este modo, vas entregando un dinero que tarde o temprano, según el mes que te haya tocado, llegará también a ti. Un sistema de ahorro que te compromete con tu grupo y mantiene el dinero en constante uso. ¡Nada de posponer para el mes siguiente tus planes de ahorrar! ¡Nada de dar beneficios al banco con tu dinero parado o acumulando polvo debajo del colchón! Tienes un compromiso. Tienes un objetivo.
Además, puedes decidir amigablemente con tu familia ahorrativa el turno en el que recibirás tu asignación dependiendo de tus necesidades económicas, es decir, el mes en el que debes realiza el pago de un seguro, el cumpleaños de tu hijo o tus vacaciones. Si dos o más personas solicitan el mismo mes, diciembre suele ser uno de los favoritos por las costosas Navidades, éste será sorteado y asignado al que tenga la suerte de su parte.
Si este sistema es una pequeña alegría para cualquier trabajador de clase media, en las poblaciones marginales chilenas, los barrios más pobres, llega a convertirse en un auténtico desahogo. Douglas Contador, trabajador social, sabe que, además de los beneficios económicos, en estos barrios más desfavorecidos se obtienen otros basados en la confianza que requiere el proyecto. Según Contador, la polla comunitaria “afianza los lazos afectivos y de seguridad en la comunidad, que por lo general se desenvuelve por la vereda contraria, es decir, por el de la desconfianza y la agresión”.
La polla comunitaria funciona. Es fiel: Cumple con sus funciones y no defrauda la confianza depositada en ella. Es divertida: Pone de buen humor, especialmente, a la persona que la recibe. Orgiástica: Se realiza en grupo y satisface pasiones. E incluso, orgásmica: Siempre culmina en placer. ¿Qué más se le puede pedir a una polla?


Fuente: El Mundo.es/Blog/Yasmina Jiménez

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