domingo, 30 de noviembre de 2008

HISTORIA CASI RECIENTE

Er Desván
Érase un chico de 14 años...
El ministro Pérez Rubalcaba entrega hoy en Cádiz la Medalla del Trabajo a Ildefonso Marqués Clavijo, Adjunto a la Dirección General de Diario de Cádiz, después de casi 60 años dedicados al periódico

Pedro Ingelmo / Cádiz


Reconocimiento a Ildefonso Marqués
Ha muerto Roosevelt, en Alcalá del Valle hay inundaciones, la autoridad recuerda que está prohibido el Carnaval... sopla en Cádiz el viento de enero del año 1951.Un chico de catorce años cruza la puerta de un edificio situado en la calle Ceballos. Va acompañado de su tía Mercedes y un primo hermano. Hace poco que llegó de Villamartín. Su madre decía que había que buscar otro futuro para él y sus seis hermanos, cinco niñas, que ellas no podían dedicarse a servir. El padre había escuchado que Franco había firmado con Perón un acuerdo para la construcción de lo que luego sería la Zona Franca y pensó que allí habría trabajo. Se vinieron todos para Cádiz, a vivir con la tía Mercedes. Luego se trasladaron detrás de la iglesia de San José, donde había un huerto. Ildefonso es el chico de 14 años que ahora abre mucho los ojos cuando entra en un sótano de extrañas máquinas. El había visto en Villamartín los fotograbados del Diario de Cádiz, que tenían muchos puntitos. Se preguntaba cómo se haría eso. Ildefonso empezará ahí, en el taller de fotograbado. Hacer la placa húmeda, saberse la fórmula química, una capa adherente en un cristal bañado en nitrato de plata, algodón con cianuro, carbones voltaicos... la máquina esa tan sofisticada, Karl Zeiss Jena pone. Ildefonso, que es zocato, maneja con destreza la biseladora pensada para diestros. Ildefonso se ha metido dentro del fotograbado, está dentro de los puntitos que veía en Villamartín.Un hombre menudo, elegante, con mirada de niño, pasea sus dedos por los tomos de la biblioteca de Diario de Cádiz. Es como si se los conociera todos, toda esa biblioteca de anaqueles que llegan hasta el techo. Toda la historia de una historia de 140 años. Un tomo de 1891, la edición de tarde. Un tomo de 1960, otro de 1970. Mira los anuncios. Tiene en la cabeza a todos los clientes de seis décadas, prácticamente desde que empezó la publicidad tal y como la entendemos hasta hoy. Enumera: estos almacenes cerraron, esta empresa existe todavía pero se cambió de sitio... "Mira, el digestivo del Doctor Vicente, los almacenes Domínguez, los almacenes El Águila..." Es Ildefonso de nuevo, 60 años después.Será difícil encontrar en la historia de la prensa un hombre tan vinculado a un periódico y un periódico tan vinculado a un hombre. A Ildefonso Marqués Clavijo (Villamartín, 1936) hay que arrancarle de su despacho en la tercera planta del edificio Fénix para charlar un rato. Siempre enfrascado con algo, preguntando a sus colaboradores por tal o cual operación, revisando los periódicos del Grupo. Tiene algo del polvorilla que debió ser el chico de 14 años que manejaba todos esos aparatos tan siderales para su joven mirada. "No pude formarme académicamente, algo que siempre lamenté. Sustituí esa ausencia formándome según trabajaba, aprendiendo del día a día. Por ejemplo, trabajar en un periódico me hizo un gran lector. Quizá si me hubiera dedicado a otra cosa no tendría esta afición, pero trabajar entre letras me llevó a leer".No es un hombre dado a la lágrima Ildefonso, pero cuenta que una vez lloró. Fue cuando se entregaron las llaves de la calle Ceballos, cuando Diario de Cádiz se trasladó al dejar de ser operativo el edificio donde se encontraban los talleres y la redacción desde el siglo XIX. En esos muros estaba toda su juventud. "Prácticamente había vivido allí. Y, de verdad, no lloraba por dejar Ceballos, lloraba por los que ya no estaban". El progreso manda, los tiempos cambian. Ildefonso acaricia los viejos tomos en la biblioteca y cuenta una anécdota detrás de otra, habla de los vinos a la salida del trabajo, a las cinco de la mañana, en el bar Lucero; de Picardo, que era el mejor corrector porque en sus ratos libres se dedicaba a leer el diccionario; de los periodistas de sus tiempos, que eran muy buenos pero también muy bohemios; de Manuel Martín Ferrand, que empezó su carrera en el Diario haciendo prácticas antes de saltar a Pueblo y, con el tiempo, convertirse en fundador de Antena 3. "Te voy a contar una de Martín Ferrand. El se ganaba un sobresueldo repartiendo periódicos. Lo hacía en el Mentidero, donde había algunas casas de... en fin, tú ya sabes. Al mismo tiempo que repartía los periódicos a las chicas, sacaba información. En los paquetes de periódicos, que constaban de 25 ejemplares, había de vez en cuando alguno que estaba en blanco, que no se había tirado bien. Una vez le entró a un hombre en la estación y le dijo que si quería comprar uno. No sé leer, le dijo el hombre. No se preocupe, le dijo Manuel, también tengo uno para usted. Y le entregó uno en blanco". Como ésa, se sabe Ildefonso a cientos.Se ganaba un dinerillo extra haciendo gestiones bancarias, pasando facturas e incluso será, a ratos, corrector de pruebas. Todo el día dedicado al Diario. "En un periódico se sabe cuándo se entra, pero nunca cuándo se sale. Margarita, mi mujer, compañera, madre, cubrió mis ausencias, la educación de mis hijos. Yo fui fruto de otra época. Intenté, como pude, conciliar mi vida profesional con la familiar". Esto dirá Ildefonso en el discurso de hoy y, al tiempo, recuerda la frase de su padre, "hay que dar gracias por comer hoy". Hijo de su tiempo.Y quiere acordarse de todos los que le dejaron huella, de todos con los que compartió horas en aquella calle Ceballos. El listado es interminable. Están sus inseparables Antonio Perea , Domingo Martínez y Pepe Pozo, pero también la savia nueva, sus compañeros de ahora, José Ferradans, Carlos Romero, Andrés, Concha, Nuria, todos los que componen el taller anexo de Publicidad... Javier Moyano y Tomás Valiente, "directores generales y, sin embargo, amigos". Recuerda a todos. "Bueno, ahora no, el Grupo Joly ha crecido mucho. En su día éramos cincuenta, una familia".Casado en el 65 con Margarita, deja los talleres y empieza a buscar publicidad en la calle. "Eran los inicios. Por entonces la gente entendía la publicidad como gasto. Hoy se sabe que es una inversión. Si no te publicitas, no vendes, así de sencillo". Cambiaron los tiempos. Recuerda la primera agencia de publicidad, Los Tiroleses, "porque la publicidad viene de Suiza, ¿lo sabes?". Dirección: Peligros, 2. Madrid. "No se me olvida". Y va creciendo la publicidad con el periódico. Habla con admiración de Federico Joly Díez de la Lama, que impulsó la modernización del Diario; de sus hijos Federico y José, "que uno estudió Derecho y otro Medicina pero su padre les obligó a los dos a ir a la Escuela de Periodismo porque pensaba que no se podía llevar un periódico sin ser periodista. Federico y José Joly Höhr eran un tándem perfecto". Y ahora mira con ilusión un Grupo que, pilotado por el actual presidente, José Joly Martínez de Salazar, ha experimentado una expansión que le sitúa como la primera firma editorial andaluza. Sí, Ildefonso, "un obrero del marketing", como se define, forma parte de estos tomos, se funde con ellos. Están en su sangre. Ildefonso Marqués recibe hoy en el Palacio de Diputación la Medalla al Trabajo de manos del ministro Alfredo Pérez Rubalcaba. "No es un premio para mí, sino para un equipo". Abre un tomo y otro. En ellos está su biografía. Enumera más clientes, recuerda noticias y las adereza con nuevas anécdotas. Desde el taller de fotograbado mira Ildefonso niño a este Ildefonso maduro, sesenta años después de duro trabajo: los dos con su mirada de polvorilla. "Estoy con el práctico a bordo", dice. Ildefonso llega a puerto con la singladura en la memoria, la misión cumplida y mucho aún que enseñar.

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