miércoles, 11 de marzo de 2009

EXCLUSIVA

Er Desván
La 'trampa' de la factura de la luz tiene una explicación
luz, factura, reclamaciones

Nadie deja de comprar el pan ni de pagar la luz. Son bienes básicos e imprescindibles. Por este motivo, cualquier oscilación en sus precios afecta de manera directa a toda economía doméstica. Y así ha ocurrido durante el mes de febrero, cuando la compañía eléctrica de turno ha pasado a sus clientes el cargo de la factura correspondiente a diciembre-enero. Mientras la crisis empuja los precios de toda la cesta de la compra a la baja, el kilovatio se dispara vertiginosamente hacia arriba, para disgusto e incomprensión de los bolsillos.

No hay ningún extraño fenómeno que justifique incrementos de hasta el 125% por factura, como ha pasado, cuando la subida de las tarifas de la luz aprobada por el Gobierno el verano pasado iba a dejar un margen de alza en la factura mensual de hasta un 8% de media. Aunque, al mismo tiempo, existen algunas razones que explican lo ocurrido, fundamentalmente una especie de vacío jurídico que ha permitido a las eléctricas, ajustándose al nuevo marco jurídico, extender jugosas facturas por consumos que antes no suponían ningún sobrepago.

El origen está en la nueva periodicidad de la factura. Con la entrada en 2009 de las nuevas tarifas eléctricas, el pago pasa de bimestral a mensual. Además, ha entrado en funcionamiento una penalización por "consumo excedido" de potencia al mes, fijando el tope en 500 Kwh, de manera que todo aquel consumo al mes que exceda de esta cantidad quedará sujeto a este recargo, según se explica en el BOE 31/12/2008. Nada tendría que haber cambiado a peor para el bolsillo si el cobro de la factura mensual fuera real y no una estimación, dado que la lectura de los contadores es bimestral.

Como antes, cada mes impar (enero, marzo, mayo...) un operario lee el consumo del contador para poder emitir la factura equivalente al gasto realizado. Sin embargo, desde el pasado diciembre, la factura de los meses pares (febrero, abril...) es estimada. Es decir, las eléctricas efectúan un cálculo de consumo para poder cobrar. Esa estimación, por defecto, es siempre a la baja, de modo que al mes siguiente, tras la lectura real del contador, se comprueba el gasto total y se incorpora al segundo mes el consumo sin incluir del primero.

Hasta aquí, ninguna trampa. Pero llegó 2009. Con la primera lectura real, correspondiente a enero, y el ajuste realizado sobre la estimación de diciembre, el consumo mensual resultante fue, en muchas ocasiones, superior a los 500 KWH que permiten una penalización por consumo excesivo. Sin embargo, los usuarios afectados no habían incurrido realmente en ese consumo extraordinario. Además, se ha dado el agravante de que la factura estimada de diciembre, inferior al gasto real, mantenía aún las tarifas anteriores a la subida, mientras que la de enero ha computado con nuevos precios parte del gasto efectuado con el marco anterior.

Por esta operativa, la puesta en marcha de la factura mensual ha provocado que desde el mes de enero las organizaciones de consumidores hayan canalizado las quejas masivas de usuarios afectados por incrementos irregulares de sus facturas de la luz. La movilización ha sido tal que el pasado miércoles, el ministro de Sanidad y Consumo, Bernat Soria, anunció que el Gobierno está dispuesto a revisar el nuevo sistema de facturación eléctrica. ¿Vuelta al modelo bimestral? El ministro dio a entender que esa rectificación es segura si la Comisión Nacional de la Energía, que ha abierto un expediente, confirma las irregularidades.

En cualquier caso, el daño y las molestias ya han sido realizadas. Según las estimaciones realizadas por la organización de consumidores Facua, el sobrecargo aplicado al consumo del mes de diciembre de 2008 computado con las tarifas de enero de 2009 rondaría los 80 millones de euros. Sólo la reacción de los usuarios y las denuncias presentadas por los organismos de defensa han conseguido que las Administraciones públicas tomen cartas en el asunto. Ante la inexactitud para aplicar la legislación, los consumidores han pagado las consecuencias. En este caso, la factura, al contrario que el algodón, sí engaña.

Fuente: C.Hernanz/Cotizalia

ARTÍCULO


Er Desván
La polla comunitaria
10 de marzo de 2009.- No hay un turista español que llegué a Santiago de Chile y reprima sus ganas de hacer una foto del edificio de la Polla Chilena de Beneficencia. Sin duda, lo que nos llama la atención no es la arquitectura del lugar, más bien las letras enormes que anuncian la existencia de un miembro viril dispuesto a realizar servicios benéficos. Aunque parece un buen anuncio para el turismo sexual, no es eso. Lo que para nosotros es, actualmente, una forma vulgar de denominar el pene, para los chilenos simplemente es su lotería nacional.
Parece ser que las dos ‘pollas’, la española y la latinoamericana, tienen el mismo origen semántico: juego y apuesta. Te recomiendo, si deseas ampliar tus conocimientos sobre el tema, un ensayo bastante interesante escrito por Fernando Iwasaki Cauti, titulado ‘La polla de Cervantes’. Yo, si me lo permites, no voy a profundizar más en el nacimiento de esta palabra. Me quedo con una de las variedades de todas las pollas que he conocido en Chile: la polla comunitaria.
Se trata de un sistema de ahorro que resulta ser una buena iniciativa para estos tiempos de crisis. Consiste, básicamente, en el compromiso de un grupo de personas -nunca superior a 12 porque perdería sus beneficios a corto-medio plazo- de entregar mensualmente una cantidad de dinero, decidida entre todos en función de las posibilidades económicas del grupo. Nada más reunir este bote común es entregado a un miembro, de forma que cada uno disfrute del monto total una vez cada 11 meses, si la asociación es de 12 personas.
La idea es que si se ha decidido realizar una entrega mensual de 50 euros, por poner un ejemplo con nuestra moneda, el afortunado del mes -y volviendo a suponer que el grupo sea de 12 personas- reciba 600 euros de una sola vez. De este modo, vas entregando un dinero que tarde o temprano, según el mes que te haya tocado, llegará también a ti. Un sistema de ahorro que te compromete con tu grupo y mantiene el dinero en constante uso. ¡Nada de posponer para el mes siguiente tus planes de ahorrar! ¡Nada de dar beneficios al banco con tu dinero parado o acumulando polvo debajo del colchón! Tienes un compromiso. Tienes un objetivo.
Además, puedes decidir amigablemente con tu familia ahorrativa el turno en el que recibirás tu asignación dependiendo de tus necesidades económicas, es decir, el mes en el que debes realiza el pago de un seguro, el cumpleaños de tu hijo o tus vacaciones. Si dos o más personas solicitan el mismo mes, diciembre suele ser uno de los favoritos por las costosas Navidades, éste será sorteado y asignado al que tenga la suerte de su parte.
Si este sistema es una pequeña alegría para cualquier trabajador de clase media, en las poblaciones marginales chilenas, los barrios más pobres, llega a convertirse en un auténtico desahogo. Douglas Contador, trabajador social, sabe que, además de los beneficios económicos, en estos barrios más desfavorecidos se obtienen otros basados en la confianza que requiere el proyecto. Según Contador, la polla comunitaria “afianza los lazos afectivos y de seguridad en la comunidad, que por lo general se desenvuelve por la vereda contraria, es decir, por el de la desconfianza y la agresión”.
La polla comunitaria funciona. Es fiel: Cumple con sus funciones y no defrauda la confianza depositada en ella. Es divertida: Pone de buen humor, especialmente, a la persona que la recibe. Orgiástica: Se realiza en grupo y satisface pasiones. E incluso, orgásmica: Siempre culmina en placer. ¿Qué más se le puede pedir a una polla?


Fuente: El Mundo.es/Blog/Yasmina Jiménez

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